Hoy os hablo un poco de la iniciativa de Madresfera #StopNiñoFobia que viene siendo actualidad desde hace unos años y que nos comenta este ilustrador que la ha sufrido hace poco.

Como os imagináis esto de la niñofobia viene siendo esa tendencia a no aguantar niños en diversos lugares haciéndolos prohibiendo o vetando el acceso no sólo ya para los propios niños sino también para sus familiares (padres, madres, abuelos, tíos etc…) que se encuentran en la tesitura de tener que elegir acudir sólos a este restaurante, hotel etc o no acudir porque llevan a sus hijos.

¿Cuál es la postura de Cheicositas respecto a los niños? Pues aquí estamos 2 equipos:

  •  El Sr. Cheito, que siempre y desde siempre ha sido PROniños. Los adora, le encanta jugar con ellos e inventar juegos, no le molesta estar rodeado de ellos, nunca encuentra que hagan ruido ni aunque estén jugando a las 4 de la tarde en verano a grito pelao y estaba deseando ser padre.

 

  • Y mi equipo, es decir, mi postura. Para ser sinceros, yo nunca he sido muy de niños. Siempre he sido un poco arisca con los adultos y siempre me ha costado un poco relacionarme con todo el mundo, niños incluidos. No tengo gracia, no me gusta la ñoñería, no se inventar juegos y no encuentro la manera de conseguir entretenerlos más de 3 minutos seguidos. Estar rodeada de niños me pone nerviosa y creo que me lo acaban notando… Claro que eso era hasta que Cheibaby llegó a nuestras vidas y desde entonces según el Sr. Cheito soy más graciosa y mimosa que nunca.

Si me paro a pensar, creo que la niñofobia es la excusa perfecta para no tener que aguantar a los niños en ninguna circunstancia, pero también creo que los que verdaderamente sufren con este tema son los pocos padres que aún siendo permisivos con sus hijos, entienden que hay lugares y lugares para comportarse de una forma u otra.

Me explico: siempre he trabajado en puestos de Atención al público (promocionando productos, como recepcionista en hoteles, en oficinas de atención al cliente…) Y aquí es donde verdaderamente ves a las distintas personas: los padres que dejan no dejan a sus hijos ni respirar no sea que molesten a otras personas, los poquíiiiisimos que les dejan jugar dentro de unos límites normales y coherentes y luego están los que piensan que como el niño o niña no está en casa pues están permitidos los gritos, carreras, golpes, peleas y desorden no molestan y parece que se olvidan que tienen hijos… Creedme, he visto niños en centros comerciales saltando en estanterías, corriendo entre los carros de compra, revolcándose por el suelo entre la sección de bicicletas; niños gritando en el hall de un hotel a las 11 de la noche y corriendo en los pasillos a las 4 de la tarde; niños golpeando cristales en mi oficina… Y sus padres tan panchos y ojo! no te atrevas a decirles algo que la excusa es «que son niños, ¿qué hacemos?»  ¿Cómo que qué hacemos? Pues ponerle un límite, dejarlo jugar sin destrozar que seguro que en casa lo sabe hacer, preocuparte mínimamente de si está bien el propio niño que a veces ni aún dándose golpes les echan cuentas, preocuparte e intentar hacer ver al niño que hay más gente a su alrededor a la que podría molestar (no solo quienes trabajamos sino otros clientes…)

En mi humilde opinión, por culpa de estos últimos nace la niñofobia y pagan justos por pecadores como solemos decir.

Aún antes de ser madre, cuando no me gustaba tanto el trato con los críos, admiraba los padres que estaban pendientes hasta cierto punto de sus hijos y aquellos que de vez en cuando se acordaba y aunque fuese por quedar bien le decían al niño que así no, que podría molestar etc… En esto no ha cambiado mi manera de pensar.

Así que personalmente en lugar de prohibir o vetar el acceso a los niños a restaurantes, hoteles, trenes etc inventaría algún tipo de norma en plan: si tengo que llamarte la atención por lo que hagan tus hijos más de 3 veces tengo todo el derecho de no dejarte acceder a mis instalaciones.

Así que #StopNiñoFobia pero también #StopPadresDejados.